"Cuando nos empeñemos, el ingenio humano podrá derrotar cualquier virus"

Los datos son para no acostumbrarse: el VIH/sida se ha cobrado la vida de unos 36 millones de personas y se calcula que en el mundo hay 35.3 millones de personas infectadas de las cuales 3.34 millones son niños. La mayoría de ellos viven en el África subsahariana donde se encuentra la carga más grande del VIH/SIDA. Se calcula que, cada día, más de 700 niños contraen la infección. Así de aterrador es el SIDA .

Desde el año 1988, cada 1 de diciembre se celebra el Día Mundial del SIDA en el que personas de todo el mundo aúnan esfuerzos para generar una mayor conciencia de lo que supone la enfermedad y mostrar solidaridad internacional ante la pandemia. Iniciativas llevadas a cabo por personas del Opus Dei forman parte de ese entramado de acciones que luchan por erradicar lo que se ha calificado como la infección más mortífera del mundo.

Margaret Ogola nació el 12 de junio de 1958 en Kenia. Casada y madre de 6 hijos, dos de ellos adoptados, falleció víctima de un cáncer el 22 de septiembre de 2011, con solo 53 años. Desde 1994 hasta el final de su vida fue la directora médica del Cottolengo Hospice, un orfanato para niños con HIV y sida. En el momento de su muerte, dirigía la Comisión del Catholic Secretariat que coordina 500 unidades de salud y que atienden alrededor de 5 millones de casos anualmente.

La vida de Ogola trasluce una seria y comprometida dedicación a los demás y es fácil deducir que gran parte de ella había quedado volcada entre enfermos incurables, sufrimiento y muerte. Para esto no hay libro o manual, ni asignatura que te lo enseñe. Hace unos años, en un vídeo de esta web, la propia Ogola testimoniaba esta experiencia: "Estoy en continuo contacto con la muerte, y esto ha cambiado mi vida de un modo profundo. Ser cristiana, ser del Opus Dei, me ha ayudado a afrontar bien este impacto. Todo esto hace que aprecie en mayor profundidad la vida, porque en el contacto con la muerte se toca también la vida y su belleza".

Margaret Ogola fue directora médica del Cottolengo Hospice, un orfanato para niños con HIV y sida.

El compromiso con el SIDA también le llevó al Dr. Manuel Leal a convertirse en uno de los principales impulsores de la Red de Investigación en SIDA (RIS) creada en 2002. El Dr. Leal es médico especialista en Medicina Interna y lleva desde principios de los años 80 trabajando con pacientes infectados por el VIH. Dirige el Laboratorio de Inmunovirología del Instituto de Bioquímica de Sevilla y es miembro del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Virgen del Rocío. Era muy joven cuando empezó a tratar con enfermos que morían, con pacientes y también amigos a los que cerraba los ojos. Estas experiencias produjeron en su vida cambios profundos que le llevaron a Dios y a la Iglesia católica.

En una entrevista explicaba en qué había consistido ese camino: "Mi encuentro con Dios, a través del Opus Dei, hizo desplegarse en mi interior un sinfín de realidades ocultas: 1) En cada uno de mis enfermos, de alguna forma está Cristo; 2) Dios quiere que dé frutos donde estoy plantado, con mis hermanos más inmediatos: enfermos, familia, colegas; 3) Dios me quiere trabajando, haciéndolo bien: curando cuando se puede, aliviando y siempre consolando; 4) Mi inteligencia también me la ha dado Dios para que descifre enigmas de su Creación, que además de satisfacer mi curiosidad innata, la ponga al servicio de mis enfermos, salvando vidas; ese es mi oficio. En el Opus Dei entendí la dimensión sobrenatural del trabajo, y la responsabilidad de hacerlo bien".

El Dr. Leal con su equipo de investigación

A día de hoy, y después de tantos años de investigación a todos los niveles, cabe preguntarse si acabaremos encontrando una solución definitiva al SIDA. La respuesta, lejos de ser la que todos esperamos, tiene puntos de luz. Según el Dr. Leal "en tan solo quine años la mortalidad causada por el VIH ha disminuido debido a la disponibilidad de tratamientos antivirales cada vez más eficaces. Sin embargo, desafortunadamente, el virus no puede ser erradicado del organismo; en consecuencia la infección sólo puede ser controlada, no curada." El problema es "que las campañas de prevención dejan de ser satisfactorias ya que se centran exclusivamente en el uso de preservativos. Se comete además el grave error de estigmatizar y excluir instituciones que subrayan otras medidas preventivas eficaces, tales como una educación sexual sólida acorde con lo que es el hombre y la fidelidad dentro de la pareja. Las dimensiones de la epidemia del SIDA son tan dramáticas, que en su prevención nadie sobra, tampoco las instituciones (no necesariamente religiosas) que aportan soluciones no "políticamente correctas".

Tanto para Margaret Ogola, como para Manuel Leal y otros muchos profesionales que trabajan en la erradicación del SIDA, el mensaje cristiano y las enseñanzas de san Josemaría son un estímulo grande para seguir trabajando sin perder la esperanza. Como señalaba Margaret Ogola: "cuando todos nos empeñemos, el ingenio humano podrá derrotar cualquier tipo de virus. Lo lograremos como lo hemos logrado antes".