Desde Arecibo: Ayudar es ser ayudado

Lo que comenzó, para nosotras y nuestras amigas del área norte –de Arecibo y pueblos vecinos- como una charla sobre la Exhortación apostólica del Papa “Misericordiae vultus” sobre el Año de la Misericordia, se ha convertido en un proyecto de solidaridad con ancianos, niñas maltratadas, jóvenes, personas sin techo y madres solteras.

Después de cocinar y dar comida a deambulantes

Hace unos meses, madres de familia – que acudimos a actividades del Opus Dei en Arecibo- y otras amigas, nos empezamos a reunir con el objetivo de estudiar a fondo el documento del Papa Francisco sobre la misericordia. Al cabo de un par de semanas, nos dimos cuenta de que las palabras del Papa requerían llevarse a la práctica y hacer vida nuestra las obras de misericordia corporales: dar de comer al hambriento, de beber al sediento, vestir al desnudo, visitar al enfermo, etc.

Todo empezó con una simple sugerencia de recoger entre nosotras mismas pequeños artículos de primera necesidad para entregar a personas necesitadas.

Comenzamos en un hogar de envejecientes a donde llevamos artículos de higiene personal y de primera necesidad; además contamos con ellos, los sacamos a pasear, les hicimos compañía. Todas quedamos removidas, por lo que concretamos fecha para la próxima actividad.

Algunos de los deambulantes con las participantes del proyecto.

La siguiente visita fue a un área del antiguo hospital regional de Arecibo, que ha sido rehabilitada por voluntarios de “Iniciativa Comunitaria” para atender a las personas sin techo. Se confeccionó un menú que les gustara, buscamos donativos para la compra y cocinamos nosotras mismas el almuerzo. También hubo recogida de ropa. Llegamos al lugar con un poco de timidez, por nuestra inexperiencia. ¡Cuánto respeto y cariño sentimos por parte de los deambulantes! Uno de ellos quiso corresponder con una canción en la guitarra. La impresión fue grande pues allí había todo tipo de personas, incluso con educación universitaria. Esa visita nos hizo ver el vacío y la necesidad imperiosa de dar formación y acompañamiento, cariño.

A esa obra de misericordia le siguió otra en el Hogar de Santa María Eufrasia, de adolescentes embarazadas. Preparamos un canastillo para el próximo parto, además de artículos para bebés. Las amigas a las que pedimos ayuda fueron bien generosas. Coincidió con la proximidad del día de las madres y se les llevó un pequeño regalito a las chicas del hogar, pues están “aprendiendo a ser mamás”. Como es esta ocasión era período de vacaciones escolares, fuimos con nuestros hijos a hacer la visita y les puedo dar fe de cuanto aprendimos sobre lo que es la entrega de una madre. Esta ocasión dio pies a muy buenas conversaciones allí y al regreso.

Durante la visita al hogar para adolescentes embarazadas.

La próxima fue a un hogar transitorio donde muchachas de 11 a 18 años maltratadas y retiradas de sus hogares pueden estar hasta 21 días. ¡Cuánto se dialoga con un detalle pequeño, un jugo y una dona! La impresión del cariño, la respuesta y la generosidad de las cuidadoras del lugar quedaron bien grabadas en mi corazón.

A todas las visitas llevamos artículos de primera necesidad, ropa, materiales que recogemos entre nuestras amigas y familiares. Amigas que a lo mejor no pueden ir a la visita, pero aun así quieren ayudar con algo. Hemos “tocado” mucha gente bien diversa a las que también llevamos el mensaje del Papa. En algunas visitas, cuando ha sido oportuno, hemos ofrecido una charla de motivación, superación, autoestima, optimismo, fe, esperanza y alegría.

Las anécdotas son muchas, y sin embargo, somos nosotras las más cambiadas por la experiencia. “Se aprende a ayudar sin juzgar. A ver a las personas y su realidad, saber que podría ser una la que estuviera en esas circunstancias” comentaba una amiga. Y otra decía sentirse feliz de poder servir a los demás. “Yo había hecho esto antes, pero ahora, con la formación que he recibido, al estudiar la Exhortación apostólica del Papa, veo a las personas con otros ojos”, comentó una de las participantes en la actividad. Quisiéramos que lo aprendido quedara grabado en nuestros corazones para darlo a conocer a más amigas. Y los principal es que hemos crecido por dentro en amor a Jesucristo y esperamos ser mejores personas. El amor a nuestra familia ha salido bien fortalecido y también nuestras gratitud a Dios Nuestro Señor por tantas bendiciones.