Una semana de verano dedicada a los “dos extremos de la vida”

En sintonía con la propuesta que lanzó el Prelado del Opus Dei, Monseñor Javier Echevarría, de prepararse para la beatificación de Don Álvaro con obras de misericordia, un grupo de jóvenes puertorriqueñas entre 13 y 23 años estuvimos la última semana de julio en Arecibo, para trabajar en varios asilos de ancianos. Les hicimos las tareas domésticas, ratos de compañía y los asistimos en otras tareas de la vida diaria.

Lo que agradecieron más fue que se les escuchara, tener a alguien con quien hablar y pasar un buen rato en familia.
Vivimos también el “Primero, tú” recibiendo charlas sobre virtudes que debemos fomentar para servir mejor: espíritu de sacrificio, laboriosidad, aprovechamiento del tiempo, delicadeza en el trato mutuo.

Glenda, enfermera graduada y estudiante de Anestesiología, dio una clase sobre diversos aspectos básicos a tener en cuenta al cuidar enfermos. Citando a San Josemaría nos explicó a las voluntarias cómo “la enfermedad y la vejez, cuando llegan, se transforman en labor profesional”. En la clase pudimos ver diversas demostraciones prácticas de cómo cambiar sábanas a un enfermo, ayudarle a cambiar de posición, cómo preparar la bandeja de alimentos y cómo debemos atender a los que cuidan enfermos para que no se deteriore su salud mientras hacen su tarea.

Los ancianos visitados y atendidos durante estos días de voluntariado social se mostraron alegres y agradecidos, sobre todo por la compañía de las jóvenes; lo que agradecieron más fue que se les escuchara, tener a alguien con quien hablar y pasar un buen rato en familia.

Las jóvenes también ganamos mucho para nosotras mismas. El contacto directo con las necesidades de estas personas mayores nos ayudó a tomar mayor conciencia de lo que es esencial en la vida y qué cosas, por ser superfluas, no deben ocupar el primer lugar. También aprendimos de las historias que escuchamos de los ancianos, sus experiencias, cómo se abrieron paso en la vida y cómo superaron las dificultades.

Gabriela Ramírez cuenta cómo conoció a una de las ancianas el primer día de la estadía: “El plan original era que yo limpiara junto a mis compañeras y nos turnáramos para compartir un rato con Doña Mary. Todo cambió cuando el resto de las chicas se dieron cuenta de la conexión que hice con ella. Me contó de su familia y sus dos patrias, República Dominicana y Puerto Rico, y de lo orgullosa que estaba de ellas. ¡Fue una maravillosa experiencia! Ya he hecho planes para volverla a visitar.”

Me dio mucha alegría poder dedicar de mi tiempo para ayudar a tanta gente que necesitan de nosotros.

"Como dice Papa Francisco, la alegría está en darse a los demás, dando testimonio de lo que es un verdadero hijo de Dios”, comentó Mari Gabi Pérez.

Ha sido una semana muy productiva, llena de pequeños y grandes gestos de solidaridad; una semana en la que hemos vivido parte de lo que el Papa sugirió a los jóvenes durante la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud en el 2013: “Hagan lío; cuiden los dos extremos de la vida, los dos extremos de la historia de los pueblos, que son los ancianos y los jóvenes, y no licúen la fe”.