Vacaciones para compartir

El Papa Francisco ha recomendado que durante este Año Santo de la Misericordia se realicen las obras de misericordia. Siguiendo esta pauta, un grupo de 40 jóvenes de todas partes de la isla comenzaron el 2016 dedicando parte de sus vacaciones de Navidad a servir a personas necesitadas en el área de Arecibo.

Repartir alimentos, visitar ancianos y atender a deambulantes fueron algunas de las labores realizadas.

La organización “Como otro yo”, de la Residencia Universitaria Torrevista, en Río Piedras, el Club de estudio Yaurel, en Guaynabo, y el Centro El Zeybal, de Ponce, organizan conjuntamente este proyecto, que se lleva haciendo desde hace varios años.

Empezaron el 2 de enero en un supermercado de Arecibo, Hatillo Cash and Carry, donde recogieron comida para preparar canastas que regalarían a familias o personas que están pasando por dificultades económicas. Desde el 3 hasta el 5 de enero, se organizaron en grupos pequeños para llevar las canastas. Además de donar comida, las jóvenes sacaron tiempo para visitar varias égidas para darles una parranda navideña y repartieron almuerzos a deambulantes. Estas experiencias les dieron la oportunidad de escuchar las historias de las personas que están pasando por dificultades económicas o de soledad y aprender de ellas.

Alondra, de Ponce, cuenta lo siguiente: “Me tocó llevar comida a una mujer que pasó por cosas difíciles. Era vagabunda y es víctima del SIDA. Ahora, gracias a la ayuda de un amigo, superó esto y es feliz. Con su historia yo entendí mejor que las drogas son malas. Ella nos llevó a la playa a recoger cristales. Solía venderlos para poder comprar drogas. Al final nos lo regaló todo, para hacernos ver que ya no los necesita.(…) Me gusta la experiencia porque me ayuda a aprender más sobre los problemas que existen en Puerto Rico. Uno se da cuenta que la vida es más complicada de lo que parece. Definitivamente recomiendo a jóvenes de mi edad a que vayan a actividades como ésta para que entiendan que a la gente no se le puede juzgar."

Mariangelina, de Coamo, cuenta cómo aprendió a compartir y socializar más, porque, como dice ella, “normalmente estoy en el teléfono (…) que nadie me hable” y durante el proyecto aprendió a salir de ese hábito y hablar más con los demás. Por otro lado, Sofía, también de Coamo, dice que con este tipo de actividad, “uno se da cuenta que (…) a veces me quejo de las cosas que me faltan y entrar a estos lugares y ver lo que tienen me hace pensar que yo estoy mucho mejor que ellos y tal vez no he visto lo peor, tal vez haya personas que estén peor y ellos no estaban molestos, estaban felices, y hace reflexionar mucho”.

Muchas de las participantes han estado en este proyecto anteriormente, y todas han expresado su deseo de volver a hacerlo. De hecho, se están preparando dos proyectos similares para el verano del 2016, al igual que otros proyectos más pequeños que se llevarán a cabo durante el año, haciendo eco a lo que pide el Papa Francisco durante el Jubileo de la Misericordia.